Homenaje a Jesús Poveda

miércoles, 29 de agosto de 2012

Requiem por la calle de Arriba, por Marisa Poveda


(Tahona de los Fenoll donde Jesús Poveda rondaba a Josefina Fenoll)


(Fotografía de Jesús Poveda y su hija Marisa en Orihuela, delante del solar donde estuvo la tahona de los Fenoll Felices, 1990).



¡Qué ramos de pasión y de añoranza se abrieron en mi pecho ! Es Orihuela, es la savia y la vida y la alegría de la patria magnifica y pequeña, la que toma calor, color y forma, la que siento, amo y veo en vuestra lengua.
Carlos Fenoll "De Hoy para Mañana"

" Papá venía por las tardes a la panadería" - me cuenta mi madre -, " venía todas las tardes a verme; venía también Miguel y ahí estaba mi hermano Carlos. Leían poemas de Miguel, de tu padre, de tu tío Carlos, mientras yo despachaba el pan sobre el mostrador de mármol. La casa era hermosa. Mi padre se la compró a la iglesia en el año 27, habla sido la casa del canónigo D. Antonio Murcia, al morir se la dejó a la iglesia para bien de almas. Arriba de la puerta principal, de maderas finas y herrería se leían las letras "A.M." grabadas en piedra. Por aquel tiempo vivíamos en la calle de San Juan y mi madre fue al velorio del canónigo Murcia y me contó que al entrar y ver aquella hermosa casa se dijo que algún día ella tendría una casa asi. Y así fue. Era de dos pisos y cuatro balcones de hierro forjado y la escalera, la escalera estaba formada de amplios escalones de mármol blanco, así de gordos y limpísimos, el pasamanos era todo forjado de hierro el barandal y rematado en caoba labrada. Mi madre tenía en el comedor un chinero empotrado, era de madera oscura, lleno de loza y platones de colores pintados a mano, cada repisa llevaba encaje de ribería, era tan grande que corría a lo largo de la pared del comedor, parece que lo estoy viendo, era como el alma de la casa. Tu abuela tenía un albañil, se puede decir que de planta, el Rate, y le decía : oye, Rate, hay que subir al tejado que tenemos una gotera. El Rate siempre tenía que hacer; así cuidaba tu abuela de la casa. Ahí murieron, primero tu abuelo Antonio que era un hombre muy alto y muy guapo, de ojos grandes y muy negros, murió en el 29. Murió el Antoñín, mi hermano mayor, de veintidós años, figúrate el dolor de mi madre. Ahí murió tu abuela, eso fue en el año 41. Eloísa era muy pequeña cuando llegamos a vivir ahí y Monse aún no habla nacido. Tuvo catorce hijos tu abuela, al final quedamos seis, en aquel tiempo se morían los chiquillos de fiebres, de infecciones; no habla antibióticos, como ahora".

Mi madre es Josefina Fenoll Felices, "La panadera del pan más trabajado y fino" la novia viuda de Ramón Sijé, Pepito Marín, la esposa de mi padre, Jesús Poveda Mellado, la "Esposa de mi amor y de los chopos/ esposa de cálices y copos/ serás la madre siempre de mi gente", la siempre bienamada esposa, ahora 53 años esposos. Amor que ha crecido a guerras y al exilio, en la bonanza y la desventura. Amor que es un ejemplo.
"La panadería estaba en los bajos y atrás el obrador, teníamos un burro, el burro Perico, en un patio al fondo, el Perico jalaba un carrico con el que repartíamos el pan. La calle de arriba era muy alegre, tos chiquillos corríamos libres por ahí, era una calle, de pueblo, limpia y hermosa. Los veranos nos bañábamos en el manantial de aguas frescas y purísimas, "La Balsa de San Antón', de los Iborra, costaba una perra gordo, veinte céntimos. Llegábamos frescos y con hambre a comer tortas de aceite recién horneadas. Esto fue por los años veintes y treintas".

Ahora, 1.990, sólo queda de la panadería viento. Una parcela vacía. Un hueco por el que se han ido tantos sueños y afanes. Un hueco por el que se mira arriba el cielo azul de Orihuela con nubes blancas, indiferentes, que van viajando sin prisas. De aquella casona señorial, elegante y digna, que albergó sonrisas, los primeros pasitos de Monse y los juegos de Eloísa, el amor primero de mis padres, el aroma de pan recién horneado, donde murió Mariano Felices de ochenta años, el bisabuelo mío, abuelo de mi madre, de Carlos, de Delfina, Eloísa y Monse, abuelo del tío Efrén que era igual a su padre de guapo; de aquella panadería queda el recuerdo vivo en el corazón de todos nosotros en familia y ahora, cobra más vida porque ya va en el vuestro, lectores oriolanos, con este testimonio mío :

Marisa Poveda Fenoll.
Revista “Portada” de Orihuela, pag. 15, 1990





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