Homenaje a Jesús Poveda

lunes, 10 de diciembre de 2012

LA MADRE DEL COMBATIENTE



            LA MADRE DEL COMBATIENTE
Un día nació aquel hijo
 y vino al mundo con sangre
 por un río de cariños
como el junco de una margen,
 que nace como el arrullo
 y que como la tierra nace.
 Vino de luz y de sueño,
 entre dos brazos de madre,
con coplas de ruiseñores
y con noches de azabache.
 Jilguero de los olivos,
como queriendo que canten
 las frescas rosas de mayo
 bañadas en negros mares,
este niño vino al mundo
vistiendo un cielo de encajes.
 Antes que él, había nacido
 la primavera y la sangre.
 Cuando nació la alegría
fue cuando parió su madre.
Por eso su orgullo tienen
 pastando un campo que pace
 con ovejas que lo liban
 como la abeja su sangre,
en sus dos ojos el mundo
 y en sus dos pechos su madre.

Pedidle mucho a los hombres
 que estos niños no se acaben,
 porque se acaban las eras
 y se acaban los trigales.

La madre del combatiente,
rubia el alma por sus males,
 dejó sin sangre sus venas,
 aguas del más puro cauce,
y, como hilillos de plata,
figuran hoy en su carne.

¡Que nazca un hijo, y se muera
 cuando Dios se lo depare,
pero que no muera nunca
 porque un verdugo le mate!
 El hombre ha de ser un fruto
 de cal hecha y de andamiaje,
de boca dulce y sencilla,
 de lengua para que hable
con oscuridad de estrellas
 y con claridad de valles.
 La madre es roca marina
que, como el mar, se debate
contra el peligro que embiste
 como el agua de los mares.
Imaginad si exaspera
 saber que aguarda una madre
y más se recuerda el yugo
que aquel recuerdo imborrable.

Guerra en este siglo veinte
que provocan miserables,
 hombres que por alma llevan
 fiero instinto de animales,
 y ni aun de animales tienen
 su lomo para domarles,
 rebélate contra ellos,
contra esa casta de canes,
contra esa hedionda casta
 de instinto de criminales.
 Rebélate contra el yugo,
 contra el crimen, contra el hambre
contra el ladrón de mi España,
 contra el que quiere robarle
tanto brazo sobre el yunque,
tanto brazo en los trigales,
tanto cuerpo hecho sudores
 de tantas calamidades.
Contra el hombre sin sentidos,
 contra el que no tiene madre
 que sus pechos le haya dado
para ser hijo y criarle;
rebélate contra el fuego
 en que intentan abrasarte.

La madre del combatiente,
 pronta su esperanza a hablarle,
oirá en sus mismos pulmones
un grito de libertades.


Por Jesús Poveda.  Publicado en La voz del combatiente, nº 13º, 10 mayo 1937

Al comisario Pablo de la Torriente

Al comisario Pablo de la Torriente

Autor: 
Jesús Poveda
 
España y Cuba te lloran,
fiel camarada Torriente.
Nadie supo que un dolor
dos corazones encierre.
Siempre es un muerto el que nace,
siempre un hombre el que se pierde;
pero en la tierra ha nacido
otro corazón más fuerte.
Nadie sortea una llaga,
nadie sortea una fuente,
no sortea nadie un duelo
sin que le llegue una muerte.
Camarada comisario,
fiel camarada Torriente:
en un lugar de mi España
tu cuerpo la tierra muerde.
En tu entierro le oí decir
a tu bravo y digno jefe,
con una luz en la lengua,
con un labio en cada muerte,
que en tu fosa dormirías
con todos eternamente;
no acompañado de muertos,
ni de hormigas, ni de dientes:
te acompañan corazones
que a tu lado estarán siempre.
La novia de los que mueren
perdida va por los frentes,
buscando la bala negra
del negro oprobio rebelde.
No llega al campo la lluvia,
parece que nadie crece
y que mi huerta no tiene
verdura para ponerse.
Desde mi tierra te miro,
desde la montaña agreste,
y el valle más elevado
a mi vista se estremece.
La piedra se comunica
con la rocosa corriente,
y parece que hasta llora
el litoral de esta fuente.
Si la agresión que hoy culmina
con este crimen la muerte,
fuera un duelo cara a cara,
no una gitana serpiente;
fuera un león encendido
ante un toro más valiente,
nadie se aflige de iras,
nadie lloraría a éste,
que dos naciones con luto
visten a la vez su muerte.

Camarada Pablo: Cuba
vendrá a visitarte siempre,
y ya verá que mi España
celosamente te tiene.

Publicado en La voz del combatiente, nº 151, 31 de marzo 1937


El periodista y líder cubano Pablo de la Torriente Brau, nació en Puerto Rico 19-12-1901.
La última etapa del trabajo periodístico de Pablo transcurrió en la Guerra Civil Española, a donde acudió como corresponsal de varias publicaciones de América Latina y Estados Unidos, en septiembre de 1936; y donde escribió las crónicas recogidas posteriormente bajo el título de Peleando con los milicianos.
Ya estando allí, asumió las funciones políticas en un batallón, en el que murió combatiendo en Majadahonda, España el 19 de diciembre de 1936, durante la heroica defensa de Madrid; como comisario de las Brigadas internacionales que se unieron a la República Española en su pelea contra el fascismo pero dejó, sin lugar a dudas, todo un legado histórico para las nuevas generaciones.


Ver el artículo de la amistad entre Pablo de la Torriente y Miguel Hernández.