Homenaje a Jesús Poveda

viernes, 31 de agosto de 2012

Carlos Fenoll más bueno que un pedazo de paz, por Jesús Poveda



Bajo el título de "Carlos Fenoll, el de las voces puras de la oriolana lengua", Jesús Poveda publica en "La Lucerna" página 17, diciembre de 1995, nº 41, en el homenaje que ésta revista le decidó la panadero-poeta.

Texto:
Se cumplen este fin de mes 23 años de la muerte en Barcelona de mi querido amigo y gran poeta oriolano Carlos Fenoll Felices, hermano entrañable de mi amada esposa Josefina Fenoll, que es para mí, como yo la he presentado siempre por esos mundos que el Destino nos llevó muy lejos de nuestro pueblo, la "panadera de pan más trabajado y fino", como dijo Miguel, aunque siempre he lamentado que a éste se le olvidara poner su nombre en tan hermosa elegía que le dedicó por la prematura muerte de nuestro hermano Pepito (Ramón Sijé).

Carlos, en su residencia de Barcelona, había dejado de existir el día 31 de diciembre de 1972, y así, muy escuetamente, nos lo comunicaba su hijo mayor, Antoñín, en un pequeño sobre ribeteado de negro, por el luto, que contenía una estampa de Cristo en la Cruz: "Pecadores, miradlo en el madero. Ha muerto por vosotros. Sus divinos labios de luz acaban de expirar."

Este homenaje que le tributamos hoy al poeta-panadero, me pide repetirme -aunque no me gusta hacerlo-sobre la opinión crítica que yo siempre he tenido de los dos más grandes poetas de nuestra Orihuela.

Ello es en mi libro "Vida, Pasión y Muerte de un Poeta: Miguel Hernández", donde digo esto: "LECTOR: antes de entrar en materia, quiero dejar debidamente aclarado que en este libro cobra tanta fuerza, espiritual y material, la figura del desaparecido y entrañable poeta de Orihuela Carlos Fenoll, como la del inmenso personaje que da título a estas páginas... Carlos y Miguel deben aparecer siempre juntos.... el panadero, remando en la nube encendida de su horno sempiterno; el cabrero ,en su huerta, apacentando su hato y sus sueños de poeta".
Dos años después de tan fatal desenlace, en 1974, mi mujer y yo, lo pensamos dos veces y, como digo en mi libro citado, un avión de la "Iberia", de nombre muy a tono con nuestro viaje: el "Lope de Vega", 36 años después de nuestra salida de España, nos regresó a nuestros sueños -esta vez de verdad-.

Esto nos permitió conocer personalmente a la familia Fenoll-Ávila, que nos maravilló su conducta y adaptación a su entorno catalán.

De mi cuñado Carlos, como poeta, podría decir aquí muchas cosas; como persona , me remito a lo que nos dijo el gran Rubén Darío de Don Antonio Machado: era un hombre bueno. Él, que era panadero, era más que un pedazo de pan.

Torrevieja, 11 de Diciembre de 1995.

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