Al comisario Pablo de la Torriente
fiel camarada Torriente.
Nadie supo que un dolor
dos corazones encierre.
Siempre es un muerto el que nace,
siempre un hombre el que se pierde;
pero en la tierra ha nacido
otro corazón más fuerte.
Nadie sortea una llaga,
nadie sortea una fuente,
no sortea nadie un duelo
sin que le llegue una muerte.
Camarada comisario,
fiel camarada Torriente:
en un lugar de mi España
tu cuerpo la tierra muerde.
En tu entierro le oí decir
a tu bravo y digno jefe,
con una luz en la lengua,
con un labio en cada muerte,
que en tu fosa dormirías
con todos eternamente;
no acompañado de muertos,
ni de hormigas, ni de dientes:
te acompañan corazones
que a tu lado estarán siempre.
La novia de los que mueren
perdida va por los frentes,
buscando la bala negra
del negro oprobio rebelde.
No llega al campo la lluvia,
parece que nadie crece
y que mi huerta no tiene
verdura para ponerse.
Desde mi tierra te miro,
desde la montaña agreste,
y el valle más elevado
a mi vista se estremece.
La piedra se comunica
con la rocosa corriente,
y parece que hasta llora
el litoral de esta fuente.
Si la agresión que hoy culmina
con este crimen la muerte,
fuera un duelo cara a cara,
no una gitana serpiente;
fuera un león encendido
ante un toro más valiente,
nadie se aflige de iras,
nadie lloraría a éste,
que dos naciones con luto
visten a la vez su muerte.
Camarada Pablo: Cuba
vendrá a visitarte siempre,
y ya verá que mi España
celosamente te tiene.
Publicado en La voz del combatiente, nº 151, 31 de marzo 1937
El periodista y líder cubano Pablo de la Torriente Brau, nació en Puerto Rico 19-12-1901.
La última etapa del trabajo periodístico de Pablo transcurrió en la Guerra Civil Española, a donde acudió como corresponsal de varias publicaciones de América Latina y Estados Unidos, en septiembre de 1936; y donde escribió las crónicas recogidas posteriormente bajo el título de Peleando con los milicianos.
Ya estando allí, asumió las funciones políticas en un batallón, en el que murió combatiendo en Majadahonda, España el 19 de diciembre de 1936, durante la heroica defensa de Madrid; como comisario de las Brigadas internacionales que se unieron a la República Española en su pelea contra el fascismo pero dejó, sin lugar a dudas, todo un legado histórico para las nuevas generaciones.
Ver el artículo de la amistad entre Pablo de la Torriente y Miguel Hernández.
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